Nosotros, los latinos By Carlos Venturelli / Share 0 Tweet Desde hace unos años el número de inmigrantes latino-americanos en Europa ha aumentado vertiginosamente, teniendo a España como puerta de entrada al continente europeo. Algunas localidades han aumentado su población en hasta un 20%. Esto está provocando un cierto rechazo en algunas comunidades, que por falta de conocimiento o influencia de la prensa sensacionalista, alimentan un temor sin fundamento, de que la inmigración es un problema y que el inmigrante viene a quitar lo que es suyo por derecho. Desde hace unos años el número de inmigrantes latino-americanos en Europa ha aumentado vertiginosamente, teniendo a España como puerta de entrada al continente europeo. Algunas localidades han aumentado su población en hasta un 20%. Esto está provocando un cierto rechazo en algunas comunidades, que por falta de conocimiento o influencia de la prensa sensacionalista, alimentan un temor sin fundamento, de que la inmigración es un problema y que el inmigrante viene a quitar lo que es suyo por derecho. La inmigración, a lo largo de la historia ha llevado el progreso a los lugares de acogida. Los inmigrantes suelen ocupar puestos de trabajo que normalmente están vacantes al no interesar a los lugareños, ya sea por los bajos sueldos o por las duras condiciones en que se desarrollan algunos de estos trabajos. És cierto que una inmigración descontrolada es perjudicial no solo para la comunidad de acogida como también para los propios inmigrantes, favoreciendo la aparición de grupos organizados que se aprovechan de ésta situación para hacer fortuna a costa de la necesidad de estos hombres y mujeres. Yá nos estamos acostumbrando a las imágenes de las pateras llegando a las playas españolas llenas de hombres, mujeres y niños procedentes de África, en condiciones extremas y en algunos casos sin vida. Estas imágenes no deberían existir. Pero cómo evitarlo? Creemos que la única forma de enfrentar este problema es con proyectos de cooperación con los países de origen de éstas personas, promoviendo la construcción de viviendas o con inversiones destinadas a la creación de empleo, de forma que los ciudadanos de estos países no tengan la necesidad de emigrar. Las inversiones destinadas a la atención, repatriación, ubicación, integración, medicinas, medios técnicos, etc, representan un importante gasto para los gobiernos receptores de inmigrantes, con lo cual sería inteligente usar este dinero para erradicar el problema en su raíz. Lo que se está haciendo es tratar a los síntomas, pero la enfermedad continúa progresando. Las políticas monetarias de los países ricos favorecen el empobrecimiento de los países con menos recursos, cuyos ciudadanos no encuentran otra salida que marcharse para tener una oportunidad de llevar una vida con un poco más de dignidad. En los países tradicionalmente receptores de inmigración, ésta genera riqueza contribuyendo al progreso de la sociedad de forma activa. En el caso español por ejemplo, se está dando un fenómeno notable; gracias a la inmigración la población española está rejuveneciendo. Los inmigrantes han logrado que España deje de envejecer! Este era un problema que preocupaba a las autoridades españolas hace tres años, al punto de que algunos alcaldes ofrecían dinero y beneficios a las parejas que tuvieran hijos. La media de nacimientos ha crecido junto a la inmigración. La seguridad social está ingresando las mayores recaudaciones de su historia, la economía se mueve y el país crece. La Comunidad Europea muestra su preocupación por el problema al ver su territorio "amenazado" por la inmigración ilegal, pero no contribuye a encontrar una solución, limitándose a responsabilizar a las autoridades españolas. La verdad es que el problema es de todos, no solo de la CEE o de España, pero de todo el mundo, porque afecta a los derechos de todas las personas. Mientras, grandes multinacionales europeas y americanas siguen explotando la mano de obra barata, en algunos casos infantil, de los países del tercer mundo en su afán desmedido de lucro. La inmigración es un fenómeno universal que forma parte de la historia de muchos de los países que hoy la rechazan. Pensamos que los gobiernos ricos deben ser más solidarios con un problema que ellos mismos fomentan con la explotación de los recursos de los países pobres y con la discriminación económica.